El anecdótico apagado de farolas llega tarde y mal, un deja-vu fruto de la improvisación derivada de la necesidad imperiosa de recortar gastos: “Grau asume que el alumbrado público está sobredimensionado, constituye un despilfarro de dinero público y un fuerte impacto ecológico por la contaminación lumínica que genera”, según Consol Castillo, portavoz adjunta de Compromís per València.
El Ayto. de Valencia lleva años apostando por un modelo de iluminación exagerado, que contamina lumínicamente, que emite más CO2, y que saquea los bolsillos de los ciudadanos por la abultada factura del alumbrado público. “En lo últimos 20 años, desde que Rita Barberá asumió el gobierno municipal, se ha más que duplicado el número de farolas instaladas, hasta las más de 92.000 y un coste de 160 millones de euros: una exageración que nos está costando más de 13 millones de euros al año en facturas eléctricas”, denuncia Consol Castillo. De hecho “en Valencia se gasta de media 127 kilovatios/ hora por habitante mientras que en Madrid el consumo asciende a 61,5 y en Barcelona a 57,4 respectivamente”.
En vez de apagados puntuales y anecdóticos como los realizados el verano pasado durante solo tres meses, Compromís cree que es la hora de la seriedad y la responsabilidad: “Es necesario repensar el modelo de iluminación de calles y edificios públicos: el alumbrado público tiene y puede ser más eficiente, con farolas que tengan características de bajo consumo, que proyecten la luz hacia abajo y que sean más espaciadas entre sí”, afirma Castillo.
“Por eso el Grupo Municipal de Compromís propone la realización de una Auditoria Energética, que haga el diagnóstico en profundidad de la red de alumbrado público y aporte un informe detallado de las medidas a adoptar. En consonancia, además, con los compromisos adquiridos por el Ayto de València con la firma del llamado ‘Pacto de Alcaldes’, en el marco del Plan de Acción Europeo para la Eficiencia Energética.”